domingo, octubre 05, 2008

La última nevada

















Manos desfallecidas y serenas
como exangües palomas sin sentido
al vendaval cediendo de las penas;
manos de mifuturo ¡tan temido!
que lleváis fatalmente por las venas
la destructora sangre del olvido.

«A LAS MANOS DE UN ANCIANO»
Tomás Preciado


No queria que sucediera cerca de su familia. Como si fuera un gran elefante blanco Salió y camino hacia el ocaso varios minutos, hasta que la nieve lo envolvió bajo un inmaculado manto de piedad, purificandolo y borrando de su alma todas sus angustias. El viento soplaba y le susurraba al oido una antigua canción de cuna, fue entonces cuando volvió sus titilantes ojos hacia la casa, distante en el horizonte. Solo podía ver un cada vez mas delgado hilo de humo ascender a las alturas, como un reloj de arena a la inversa, constante, irremediablemente finito y fatalmente unido a su propia existencia. Cuando cerró sus ojos la última de sus lágrimas recorrió su pómulo derecho, atravezó su mejilla y murió congelada juntó a su boca, confundiendose con uno más de los serenos e ignorantes copos de la noche.-