domingo, julio 27, 2008

La extinción de las golosinas preciadas




En los días que corren hoy existen miles de preocupados hombres que se agrupan en defensa de cientos de especies que están en real peligro de desaparecer con el fin de truncar el accionar de los malhechores sin escrúpulos; entonces tenemos que la WWF se ocupa de los Osos Panda; Greenpeace de la Ballena Azul y la Fundación Vida Silvestre Argentina del Tute Carreta, entre otras instituciones nobles en defensa de la Flora y Fauna.

Pero existió un pequeño grupo secreto en la Ciudad de Buenos Aires formado por algunos muchachotes de buen corazón que se hacían llamar (por ellos mismos ante la rigurosidad de su carácter oculto) “La Corporación de guarda de las golosinas preciadas”; Institución que tenía sede en el Barrio de Almagro, sus reuniones eran siempre en las escalinatas del Subte “B”; en horarios cercanos al cierre de la línea; bien es sabido que a esa hora usan el Subte “B” solo sus empleados o algún cadete de alguna empresa del centro que se ha quedado dormido en los vagones. El fin de esta sociedad era la recuperación y conservación de las golosinas que tanto los habían regocijado en la niñez. Sus miembros se tomaban muy en serio tan altruista tarea y en sus reuniones debatían duramente la mejor forma de que se vuelva a vender el Alfajor Suchard negro de tapas duras o el Chicle Jirafa largo en los Quioscos de la Ciudad.

La Corporación era muy organizada; estaba dividida en subcomisiones. En la de bebidas a cargo de un pelirrojo de la calle Yatay tenían como meta recuperar la TAB, los Naranjú originales, la bochita de plástico que venia con jugo de naranja y que luego servia como pelota de fútbol y la Bidú Cola, bebida por la cual realizaron una excursión sin mayor éxito al Oriente (más precisamente Montevideo) ante el rumor de que en la estación de trenes principal de la Capital Charrúa se seguía vendiendo. Había también una grupo encargado de chocolates, masitas y turrones; en la órden del día de sus cuestiones desfilaron entre otros los nombres del Tuby 3 y 4 no lograron ponerse de acuerdo sobre la existencia o no de las versiones 1 y 2), los Alfajores Blanco y Negro, el Prestigio de Coco, los Bits, el Lila Pause, los bocaditos Holanda, el Topolino y el Aero. También existió la subcomisión de cadenas en quiebra, que intento reflotar las acciones de Pumper Nic, Yogurth Time y La Lecherísima.

Los procedimientos para el logro de sus metas fueron de los mas variados; al principio intentaron ganar por cansancio; asistían todos los días a los Quioscos de la zona reclamando por tales productos; luego enviaron notas a las distribuidoras y a las fábricas; incluso los mas osados se anotaron en la carrera de Administración de Empresas y Marketing con el objetivo de ingresar a la Industria de Golosinas, prosperar en las mismas hasta un puesto directivo y llegado el momento dar la inapelable órden de la reposición de todas las golosinas pasadas, al mejor estilo “Piedra libre para todos mis compas”. Pero todo fue en vano…; la insistencia fue inerte, los comerciantes de la zona en su mayoría eran Chinos y todos sabemos de la gran paciencia de los Asiáticos, las distribuidoras les respondieron que seguían órdenes de otras empresas que eran sus dueñas, y que a su vez respondían a un holding de Diarios, en vano fue la mediación aquí de Fatiga, el canillita de Corrientes y Estado de Israel; y los que habían optado por el camino de la iluminación que da el estudio sucumbieron ante el primer corte de luz; los bocharon en la primera materia.

“La Corporación de guarda de las golosinas preciadas” fue un verdadero fracaso; aunque si lograron una única y agridulce victoria.
Una noche de otoño el pelado Alonso llego tarde a la reunión en la estación Ángel Gallardo, pero traía consigo una caja de cartón entre sus brazos. En la caja se leía claramente “Tuby 4”, lo había conseguido en el Puerto, de un embarque rumbo al Oriente Medio, parecía ser que ese preciado bocado de maní y caramelo bañado en chocolate se seguía fabricando solo para el mercado extranjero. Todos se sentaron alrededor de la caja, la abrieron y tomaron un Tuby cada uno; los abrieron y lo engulleron con gran premura…, pero no era lo mismo…, el gusto era igual, pero de alguna manera el sabor era diferente. Esa fue la última reunión de la Sociedad.

Cuando volvieron a sus casas cabizbajos comprendieron que la única manera de que volvieran a sentir el mismo sabor, era hallándose en su niñez, en compañía de sus viejos televisores viendo sus series favoritas, o en tardes de siestas de carnaval en las que la ciudad dormía y ellos salían a regocijarse con su pandilla de amigos a vivir aventuras inolvidables y a degustar los mas sabrosos manjares que las monedas podían comprar en el Quiosco de Don Goyo. Y eso era una tarea imposible de lograr, incluso para el mas puro de los corazones.-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oremnstenny
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Woowdennarrat

Lucre dijo...

A esta altura ya ni creo que leas los comentarios que te dejan acá...
Como sea, este escrito me encantó! y es que de principio a fin pude ver una parte de mi en él...Se que suena entre tonto y loco, pero bueno...es así.
Mientras lo leía no podía dejar de sonreir (lo cual no era muy conveniente, ya que estaba en el trabajo :P)
Tus descripciones transportan a la escena...supongo que ya te lo dijeron...
Dejo de escribir pavadas y me voy mejor...como sea, gracias por haber compartido esto :)